CASO MC AULEY: “MATAR AL MENSAJERO”
Por: José Álvarez Alonso
En la antigüedad, algunos reyes tenían la salvaje costumbre de matar al mensajero que les llevaba malas noticias, por ejemplo, sobre la derrota en una batalla con un país enemigo. ¿Qué culpa tenía el mensajero?
El Hno. Paul Mc Auley ha sido el mensajero que lideró las denuncias por atropellos contra los indígenas y el medio ambiente en Loreto en el último lustro. El Gobierno, en vez de tratar de eliminar los problemas y corregir los errores denunciados, ataca al mensajero, al denunciante.
La Resolución Ministerial Nº 0571-2001 dada a conocer estos días, que ‘cancela la residencia’ del Hno. Paul Mc Auley (en otras palabras, lo expulsa del Perú), pasará a la historia como el atropello que es: unos oscuros funcionarios, probablemente presionados por superiores aún más oscuros, a su vez presionados por los poderosos que no soportan que sus turbios manejos y contaminantes negocios en la Amazonía sean denunciados ante la opinión pública, no le han dado ni la mínima oportunidad de defensa, de contar con un abogado: han juzgado y condenado a un presunto reo desde un escritorio, al más puro estilo totalitario.
El ‘delito’ por el que se lo expulsa es, según la citada Resolución, presidir la Red Ambiental Loretana, y participar “en diferentes actividades de carácter político, tales como marchas de protesta por las principales calles de la ciudad de Iquitos contra el Estado Peruano y demás actos que constituyen alteración del orden público”. Increíble: salir en una marcha pacífica (nunca jamás el Hno. Paul participó ni propició acto violento alguno) para defender los derechos de los indígenas, denunciar la contaminación del medio ambiente, protestar contra la violación de la ley peruana y convenios internacionales como el Convenio 169 de la OIT, resulta que ahora es ilegal y una “violación del orden público”. Por otro lado, calificar de actividades “políticas” la defensa de derechos humanos y ambientales es un despropósito: el Hno. Paul no milita ni apoya a ningún grupo político.
A estos oscuros funcionarios parece que se les olvidó que estamos en un estado de derecho, que nuestra Constitución consagra entre otros el derecho a la manifestación pública, el derecho de reunión, el derecho de expresión, etc. etc. etc. ¿En qué país estamos? Lo que sí queda claro es que con este condenable acto se está tratando de amedrentar a todos aquéllos que se oponen al abuso del poder, que defienden a los indígenas, que protestan contra las violaciones de la normatividad ambiental y contra las empresas que atentan contra el derecho fundamental de los peruanos a vivir en un ambiente sano y equilibrado, como establece nuestra Carta Magna.
Como peruano de pleno derecho me siento indignado. Porque se está confundiendo –interesadamente, claro- Estado Peruano con Gobierno, y Gobierno con apoyo irrestricto a intereses de grandes empresas y mafias que buscan enriquecerse en la Amazonía a costa de la salud de su gente, de sus bosques y ríos, y de los derechos inalienables de los pueblos originarios.
Salir a las calles a protestar pacíficamente y a defender el cumplimiento de la legislación ambiental, de los derechos fundamentales de los peruanos, y en especial de los indígenas, no es un acto contra el Estado Peruano, como asume la citada resolución, es un acto a favor de la población, y por tanto, del Estado; en todo caso, que digan que es un acto “contra ciertas políticas del Gobierno”. Protestar contra los abusos de los malos funcionarios y gobernantes que no defienden a su pueblo, no sólo es un derecho, es una obligación. El partido gobernante ha protestado en las calles por décadas, antes de llegar al poder, reclamando justamente derechos y denunciando atropellos de los gobiernos de turno. ¿Tan pronto se olvidó la vaca que fue ternera?
Estamos seguros que la Historia será sumamente dura contra este claro ejercicio de intolerancia. El día de esta oprobiosa expulsión será recordado como un día de vergüenza, de afrenta del Estado Peruano contra un amigo y aliado de los peruanos, y el Hno. Paul será reivindicado y honrado como se merece, por su gran labor a favor de los desfavorecidos y de la Amazonía.
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