miércoles, 29 de diciembre de 2010

Into the wild







A veces conocemos espíritus libres. Esos que nos inspiran, nos dan miedo, nos asombran. Estos seres extraños que su vida consiste liberarse del ruido, de las palabras, de los comentarios. Que se guían por las pendientes de las montañas, por el ruido del mar. Personas para las cuales el lugar más acogedor y el único que puede calmar la sed de su espíritu es el desierto. Amigos que desaparecen un día y las únicas noticias que tienes de ellos vienen codificadas en la brisa. Sé que estás bien; que el lugar donde más libre te sientes es en ese diminuto cuarto; esos tres meses en la nieve cuando casi mueres; acariciando el mar. No me preocupo y si debo, házmelo saber. Espero tus noticias en el siguiente soplido del viento.


¨Hay placer en los bosques sin senderos.
Hay éxtasis en una costa solitaria.
Está la sociedad dónde nadie se inmiscuye.
Pero el oceáno profundo y la música con su rugido:
No amo menos al hombre, pero si más a la naturaleza"

Lord Byron.


Into the wild es una película con una fortaleza sísmica. La convicción del protagonista te cuestiona, te motiva, te reta y te vence. A todos aquellos que les gusta el contacto con la naturaleza y odian el bullicio citadino los inspirará a seguir ese sueño de vivir lejos, cerca de una caleta de pescadores, al lado de un río. Todo paisaje, el placer de la vida en contacto con la naturaleza, las estrellas en una noche oscura, la luna más grande del año y lo que se aprende de todo ello, debe compartirse.


Texto e imágenes: Eduardo Cardozo


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