El metro funciona todo el día y es gratis. Las pistas están libres para los ciclistas y para los rollers. El cielo promete un día bastante soleado y la única opción para salir a pasear es con tus pies.
La municipalidad de Bruselas organiza el día sin autos. Muy pocas unidades de servicio público funcionan. Apenas hay automóviles y cuando cruzas las zebras ves familias enteras esperando el verde sobre sus bicicletas. Tus oídos descansan del ruido de motores y bocinas, la ciudad es otra sin máquinas, las calles son más amplias, el aire más limpio.
Bruselas fue donde tuve la oportunidad de vivirlo, pero sé que hay ciudades en américa latina que también tienen su día sin autos. Definitivamente es una iniciativa que permite ahorrar la emisión de grandes cantidades de gases tóxicos hacia la atmósfera, de eliminar la contaminación sonora un momento y de conocer nuestra ciudad en un transporte alternativo. Un día al año parece poco. Sin embargo, si sumamos todos los días en todas las ciudades que se practica esta costumbre, creo que estamos haciendole un favor al planeta.
Imaginen pasear por la vía expresa en bicicleta, visitar el centro en patines, tener el ancho de la Javier Prado para pedalear o caminar desde Magdalena hasta Miraflores sin escuchar bocinas. Imaginen que un día los autos se quedaron guardados y permitieron que la ciudad vuelva a ser de los ciudadanos y no de las máquinas ¿Creen que suceda?
Texto y fotos: Eduardo Cardozo
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