Tenemos que actuar, y rápido. Esa se la consigna de todos aquellos que diariamente luchan porque se haga algo para prevenir los inminentes efectos del cambio climático.
No solo se trata de la extinción de especies de animales, de las drásticas temperaturas o delagotamiento de los recursos naturales, en juego –además de nuestras vidas y la de las próximas generaciones- está nuestra alimentación.
En este último aspecto se centra el libro de Julian Crib, titulado “The Coming Famine: The Global Food Crisis and What We Can Do to Avoid It”, en el que sostiene que a mediados de siglo surgirá una escasez catastrófica de alimentos en todo el mundo.
“Sus predicciones pintan un cuadro sombrío de la tormenta perfecta que podría amenazar las vidas de cientos de millones de personas: las poblaciones crecerán a 9,2 millones en el 2050 y en consecuencia se requerirá el doble de alimentos que hay hoy en día, lo que superará la producción. Junto con impredecibles y extremos patrones climáticos, las sequías afectarán a los más vulnerables y provocarán malas cosechas, disturbios por alimentos y guerra. Los precios de los alimentos inevitablemente subirán por una demanda creciente de aquellos ricos en proteínas como carne, leche, pescado y huevos. La creciente escasez de agua y la poca productividad de las tierras obstaculizarán más la producción mundial de alimentos”, señala un artículo de la revista “Time”.
Justamente esta semana los líderes de 193 países están reunidos en Cancún con el objetivo de llegar a un acuerdo que permita combatir de una manera más efectiva los problemas generados por el calentamiento global.
Fuente: El Comercio
Imágenes: Eduardo Cardozo
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